La ilusión de volver a ser un niño: reparto de peluche de IKEA en el hospital Santa Lucía

Soy voluntaria de la Fundación FADE en el Hospital Santa Lucía desde hace un año y medio, aproximadamente. Junto a mi equipo de los jueves y a mi compañera y amiga inseparable trabajamos y jugamos con los niños en el hospital, bien en la ludoteca o a pie de cama.
 
Por mi experiencia os podría decir que cuando se abre el ascensor de la planta entro en un “mar de ilusiones”, como ellos lo llaman, donde pasamos dos horas en las que navegamos entre risas,  juegos y ayuda -en forma de descanso- a los familiares, que al final son los que mas sufren de ver a sus hijos. No os podéis imaginar lo que se siente y se aprende cuando se trabaja con niños: te vuelves unos de ellos. Soy de las que cree que las personas nunca debemos perder ese “niño” que llevamos dentro y es ese niños el que hace que en momentos  difíciles como los que se viven en el hospital sepamos luchar y vencer muchas enfermedades. 
 
El otro día tuve la oportunidad de participar con mis  compañeras en el reparto de peluches que nos donados por IKEA Murcia. Nuestro destino fue la planta de oncohematología: planta dura y difícil, pero a la vez  un ejemplo de lucha y un seguir adelante que hace que sean ellos los que se conviertan en maestros y ejemplo para todos nosotros. Siempre he pensado que todos tenemos "un don" que hace que nos podamos ayudar unos a otros.
 
Cuando se está en los hospitales y se trabaja con enfermos el valor humano es casi mas importante que la medicina. El equipo de Enfermería que trabaja en esa planta es genial: sacaron un equipo de música,   cantaban al entrar a las habitaciones, lloramos, reímos,  repartimos peluches a todo el mundo, incluso a los que ya no creían o no querían creer en los Reyes Magos. A pesar de ser duro me gustaría que hubieseis visto como abrazaban esos muñecos  y agradecían esos momentos.
 
Lo que más me impresionó fue una madre que estaba hospitalizada y su hija, una niña pequeña que entraba y salía de la habitación en busca de peluches que intercambiaba con ella y entre risas y caricias compartían ilusiones y olvidaban donde estaban. 
 
A lo largo del tiempo pasamos y vivimos muchas etapas. Os podría decir que para mi una de las mejores es la que estoy viviendo como voluntaria. Durante este tiempo he aprendido a valorar, apreciar, luchar, escuchar y agradecer por vivir esta oportunidad y encontrarme a niños, familias, compañeros, enfermeros, amigos y personas que me  han aportado mucho.
 
Así que deciros que “la mejor medicina puede ser uno mismo”.
 
Voluntaria con menores hospitalizados en Santa Lucía

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