Amanda y Esther, voluntarias en el Hospital Psiquiátrico Román Alberca

La primera vez que acudimos al Hospital Psiquiátrico Román Alberca nos dimos cuenta enseguida de la gran demanda que existía para salir simplemente a tomar un café y charlar. La actividad que se propuso fue sencillamente esa: pasear por el Palmar, charlar, escuchar y sentarnos en una cafetería. Supongo que muchos no nos damos cuenta de lo necesario que es salirse un poco del contexto de cada día, con caras nuevas, con nuevas conversaciones y, sobretodo, como un respiro ante esa situación que están pasando.

Cada martes acudimos allí con una gran sonrisa, con sentido del humor y con ganas de que cada día se una más gente al grupo. Quizás muchos crean que no es el voluntariado más gratificante del mundo como puede ser el voluntariado hospitalario o el acompañamiento a mayores, pero os aseguramos  que no hay nada más bonito que ver como algo tan simple como escuchar y charlar hace sonreír a los demás. Estamos seguras de que en general cualquier actividad de voluntariado produce esa misma sensación.

Amanda y Esther, voluntarias de FADE en el Hospital Psiquiátrico Román Alberca

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