La sensación de hacer felices a otros es de lo más valioso que te aporta el voluntariado

No te imaginas el impacto que pueden tener dos horas en tu vida. Cuando empiezas como voluntario, con todos los nervios y las dudas iniciales, no se te pasa por la cabeza que esas dos horas -a priori tan insignificantes- pueden acabar convirtiéndose en el mejor momento de tu semana.
Carmen (primera a la izda.) junto a un grupo de voluntarios y menores
Sobre todo cuando trabajas con niños, donde nunca hay pausas, pero nunca faltan sonrisas. Por ellos el tiempo pasa más deprisa y tú estás ahí para verlos crecer, ver cómo aprenden, ver cómo cada semana son un poquito más diferentes de los niños que conociste el primer día. Les coges cariño y ellos a ti; y terminas yendo al voluntariado cada vez con más ilusión, deseando saber cómo les habrá salido aquel examen que tenían, que te cuenten qué tal esa excursión con el cole y ver cómo se les ilumina la cara en cuanto ven que estás ahí, prestando atención y que tu tiempo es para ellos. Al final, los niños y el equipo de voluntarios terminan siendo como una familia súper especial.

Aunque estamos allí como “profes”, la mayoría de veces son ellos los que nos enseñan a nosotros: al hablar con ellos; estar ahí y escuchar lo que tienen que decir; la felicidad en sus caras, que es contagiosa. Son niños, pero antes que nada son personas, y necesitan que haya alguien ahí que los ayude, los guíe y, especialmente, los aprecie. La recompensa es incalculable porque el amor de un niño no tiene precio.

Un momento del taller de ocio en inglés
Por supuesto que no todos los días son fáciles: hay peleas, días en los que estás cansado, días en los que lo están ellos. Pero no hay ni un solo día en el que los pros no superen los contras. Por cada discusión que tienes con un niño, siempre hay un dibujo hecho especialmente para ti. Por cada día que decides ir aún estando cansadísimo, siempre hay un juego divertidísimo que te devuelve la energía. Por cada vez que llegas con una cara triste, siempre hay un montón de abrazos. Por cada hora que les das, hay un millón de sonrisas.
Todos los días como voluntario se aprende algo nuevo. Da igual si llevas en esto tres meses o tres años. Esa sensación de estar haciendo felices a otras personas es una de las cosas más valiosas que te aporta el voluntariado. Porque aunque todos entramos en esto con la idea de dar nuestro tiempo a otros, nadie se va sin haber recibido mucho más a cambio. 
Carmen, coordinadora del taller de ocio en inglés en el C.M. García Alix 

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