El voluntariado no se puede explicar con palabras ¡Se tiene que vivir!

Recuerdo el primer día como si fuera ayer y han pasado ya ¡4 años! desde aquel momento en el que comencé como voluntaria en FADE, en el Taller de Refuerzo Escolar en el CEIP San Andrés. Recuerdo lo nerviosa que estaba porque no sabía qué me iba a encontrar...¡y lo que encontré ha cambiado mi vida para siempre!.

Raquel con uno de los menores a los que atiende
Lo primero que me sorprendió fue la gran variedad de voluntarios, de todas las edades, desde una chica de 16 años hasta una mujer que ya pasaba los 60 y que había pasado toda su vida trabajando con niños; voluntarios que me acogieron enseguida y me hicieron sentir parte de un grupo muy especial.

Luego conocí a los niños ¿qué decir de esos niños y de los que ya no son tan niños?. Ellos enseguida me aceptaron y, además, ¡me llamaban profe! Durante estos 4 años he visto a muchos de ellos crecer, otros se han ido por la edad, pero cada uno en su forma especial de ser te dejan un recuerdo imborrable y, a la vez, sabes que estás haciendo algo en beneficio de ellos y sólo con un trocito de tu tiempo: dos horas a la semana que no cambiaría por nada del mundo. Dos horas en las que te da tiempo a reír, a jugar, a hacer los deberes, a recordar lo que eran los hectolitros y, sobre todo, a que te sorprendan con su inteligencia y con su forma de ver la vida, que ya habías ido olvidando en ese proceso que es el convertirse en adulto. 

Una vez una de las niñas de 9 años me dijo que yo era como una niña más y le contesté que no sabía si eso era bueno. Su respuesta jamás la olvidaré. Me dijo ¡Claro que es bueno, profe! ¡El ser niño es la mejor etapa de la vida y es algo que nunca se debe olvidar!. Así que con eso me quedo. 

Raquel (2ª por la izquierda) junto al equipo de voluntarios y el concejal de Educación, Rafael Gómez
Además, encontrar palabras de lo que el voluntariado significa para mí -y sobre todo para ellos- es difícil de explicar, pues es algo que se tiene que vivir. 

Y ya acabo agradeciendo Noemi y Verónica, dos personas que me han ayudado mucho en este proyecto y, por supuesto, a todos los voluntarios que he conocido a lo largo de este tiempo y en especial a todos lo de este año, porque sin su gran compromiso y dedicación esto no sería posible. Muchas gracias a Feli, Isidro, Cristina, Celia, Stefano, María, Carmen, Mª Carmen, Mª José, Mª Salud, Sara, Toni y Andrés. ¡Somos un equipo!

Raquel del Valle


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