El voluntariado, "experiencias que no son accesibles desde el sillón de casa"

Soy voluntaria con FADE desde hace poquito tiempo, menos de un año, pero en este corto periodo de tiempo he podido vivir experiencias que no son accesibles desde el sillón de casa.

A diario nos bombardean con noticias que nos están llamando a implicarnos, pero nos llegan tantas que nos volvemos inmunes y no nos damos ni cuenta de la falta que podemos hacer.
Laura y Alicia con dos de los carteles que han realizado

Yo empecé con la Fundación FADE para estar de voluntaria con los niños del hospital. Una tarea fácil, unos cuantos juegos y manualidades y se les olvida que están ingresados. Pero cuando me propusieron subir a hablar con personas adultas en la 5° planta me dio un poco de miedo. No sabía si yo podría estar a la altura, si iba a saber qué hacer. 
He de reconocer que al principio fue duro, cómo voy a llegar yo a darles lecciones de lo bien que tienen que estar a esas personas que realmente están pasando por un momento difícil de sus vidas. Me llegó a parecer un poco una insensatez entrar ahí pidiendo alegría como si nada.

Pero esta idea se me fue de la cabeza de un plumazo cuando entré en esa habitación y vi como un simple trocito de papel con letras monas y una frase podía cambiar el día a esa persona e, incluso, a sus familiares.

La primera visita fue a una chica joven que pasaba por una situación muy complicada. Tanto ella como su familia sufrían las consecuencias de la enfermedad. Me dio un poco de reparo estar allí, me sentía un estorbo.  Al salir de la habitación con una sensación extraña en el cuerpo vino su padre y nos dio las gracias. Nunca nadie me había mostrado tanto agradecimiento por algo que hubiese hecho yo. Nos dijo algo que me llamó mucho la atención: “gracias a vosotras me doy cuenta de que aún existe gente buena en el mundo“. Ahí me di cuenta que de verdad sí que había servido para algo.

Que una persona se muestre así de agradecida por algo que tú has hecho hace que tengas fuerzas para el resto de la semana. Te llena de algo que no sé exactamente cómo llamar, te hace sentir mejor persona.

Algunas personas me preguntan el motivo. ¿Por qué con diecinueve años decido dedicar 3 o 4 horas de la mañana del sábado en un hospital “sin recibir nada a cambio”?  Lo preguntan porque no saben lo que es.  Para mi visitar la 5° planta más que quitarme horas me da vida. Hay muchas personas que a pesar de su complicada situación no tienen a nadie que les acompañe  y les escuche y a veces en una enfermedad vienen igual de bien la medicina que el afecto.

Siempre que salgo de allí me llevó una lección conmigo y es que dependiendo de la posición desde la que mires las cosas éstas se ven de una manera u otra. Mirándolas desde su experiencia dan unas lecciones de vida, fuerza y valor que te dejan sin aliento.

No se explicar bien cómo reconforta la experiencia de ser voluntario, pero invito a experimentarlo a todo aquel que la quiera conocer.


Testimonio de Alicia Pividal, voluntaria en el Hospital Santa Lucía

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