Me gustaría plasmar mi experiencia como voluntaria en la Fundación FADE desde hace ya más de 3 años. El ser voluntario es un proceso educativo que nos va transformando poco a poco y que tiene que ver con la forma de mirar la vida y a los demás, tiene que ver con nuestro propio estilo de vida.
Lo primero es hablar de toda la magnífica gente que está detrás de todo esto y que hace posible que cientos de niños tengan la oportunidad de ser ayudados en el desarrollo social, psicológico y educacional que necesitan.
El hecho de
querer ser voluntaria fue una idea que me transmitió un buen amigo mío, cuando
los dos sin saber quisimos probar con esta enriquecedora experiencia. Fue algo
de lo cual no me arrepiento. La motivación que sentía cuando pensaba que podía
ayudar a los niños y ganarme su confianza es algo muy satisfactorio. Las
primeras veces sentía que no sería tarea fácil ganarme la confianza de estos
niños ya que son niños de familias inmigrantes y con posible riesgo de
exclusión social, pero con buena mano izquierda y haciéndote amiga de ellos
puedes llegar a extraerles su bondad y sensibilidad.
Cuando te
sientes una más de su grupo es una satisfacción plena, te enorgulleces de ellos
y te hacen sentir valioso por la labor que estás realizando. Por ejemplo, la
tarde que voy a estar con ellos, estoy feliz de saber que ellos también se
alegran de verme; feliz de recibir sus abrazos y besos, que aunque no son de
niños de tu familia, estoy segura que ellos te quieren y te consideran como uno
de ellos. Es algo que no tiene precio.
Cuando
consigues romper el hielo entre un niño que en principio estaba cerrado a la
ayuda prestada o cuando consigues que esos niños te cuenten sus secretos porque
te consideran su amiga, es cuando ya te tienen un respeto que sería difícil
quitar.
Ser
voluntario no es una tarea fácil y requiere un gran esfuerzo e implicación. Ser
voluntario es hacerles comprender que existen unos valores importantes en la
vida, que el respeto a los demás es algo que debe estar presente siempre, que
ayudar a quien más lo necesita es algo satisfactorio, que compartir es de
buenas personas, entre otras cosas. Nuestra labor es ayudar a estos niños con
los deberes dando apoyo escolar ya que suelen ser niños con notas flojas en
clase.
Antonia con un grupo de voluntarios y menores |
Considero que
los voluntarios aportan en los niños muchas cosas entre ellas: confianza en
ellos mismos, motivación, buen nivel de autoconcepto, control de temperamento,
buena conducta, respeto al prójimo, etc. y cuando consigues reunir en la medida
de lo posible esos factores, te das cuenta que tu trabajo y esfuerzo ha
merecido la pena y te sientes cómoda sabiendo que eres un ejemplo a seguir y que
estás guiando a estos niños a un futuro no tan opaco como en la sociedad les
espera y mostrarles los pasos que deben seguir para lograr ser ciudadanos con
los mismos derechos que cualquier otro.
Yo tengo un
recuerdo imborrable de la amistad que hice con un grupo de amigas de entre 9 y
11 años del cual aun mantengo relación. Cada semana me contaban sus cosas,
alguna riña la cual solucionaba en ese momento, me hablaban de chicos y lo que
más me gustaba era los besos y abrazos que me pedían sin motivo, sólo porque
estaban contentas y eso te llenaba de alegría. Por otro lado también ha habido
momentos de preocupación cuando algún niño no ha conseguido superar algunas
deficiencias emocionales y su comportamiento ha sido desesperante para él, para
sus padres y para los voluntarios que queremos ayudarle, pero a veces no sólo
es tarea del voluntario, hay más factores influyentes.
Gracias a mi
colaboración con FADE me he dado cuenta que en un futuro quiero seguir en
contacto con este sector y para ello estoy ampliando mis estudios para poder
cumplir mi sueño de entregar mi tiempo a los demás y enriquecerme de esas
vivencias.
Antonia Fernández Hernández
Comentarios
Publicar un comentario