Diario de Abordo

Después de las vacaciones de Semana Santa fuera de Murcia, volví con las pilas recargadas y muchas ganas de reencontrarme con mis queridos compañeros de la Fundación  Fade.

La última vez que estuve en el Hospital Morales Meseguer fue con el grupo del sábado, y con las prisas de preparar las maletas para volver a casa me dejé olvidada la libretita que me acompaña cuando realizo el voluntariado.  Por eso no existe una entrada sobre aquél día.



Os cuento un poco: El día 12 de Abril me reencontré con Reina, la coordinadora del grupo del sábado. Es una chica risueña, de amplia sonrisa y con un gran corazón. De esas personas que nada más conocerlas ya les coges cariño. Así es Reina, una persona excelente (en la izquierda de la foto, el día en que nos conocimos).





También conocí a Anabel y a Miriam, dos mujeres "todoterreno" y de las que tengo mucho que aprender. 
A Anabel la volví a ver ayer, pero no a Miriam, quien estará fuera de España un tiempo por motivos de trabajo y a la que desde aquí le deseo mucha suerte. 
En la foto, de izquierda a derecha: Reina, Anabel, Ana Llamas y Miriam.



Ayer sábado conocí a Rosa. Amante de la lectura y de la música clásica, viene desde Alhama todos los sábados para dar lo mejor de sí misma a los mayores hospitalizados en el Morales. No sólo transmite alegría y ganas de vivir, sino su amor por la lectura, y quienes la escuchan se quedan embobados.


En la foto, de izquierda a derecha: Anabel, Ana Llamas, Reina y Rosa.

La mañana fue muy entretenida: Reina y yo decidimos visitar a los pacientes que Inma, trabajadora social del Morales, nos había marcado como necesitados de compañía. Rosa y Anabel sacaron el carrito y consiguieron prestar...¡ocho libros! Además, conversaron con muchos pacientes y con sus acompañantes animando en todo momento a ser optimistas y a tener esperanza. 

Reina y yo visitamos a varias personas. Me quedo con José. Ya las enfermeras nos advirtieron que estaba muy falto de conversación y que le íbamos a alegrar la mañana con nuestra presencia.

Tras unos minutos charlando, nos confesó que le encantaba la música y, en especial, las rumbas y la copla. Como buenas voluntarias, Reina y yo no tuvimos reparos en arrancarnos a cantar en la habitación todo tipo de canciones. 

El anciano estaba entusiasmado, sobre todo cuando le propuse llevarme la guitarra la próxima vez que fuese al hospital. Tras pedir permiso en el Puesto de Control de Enfermería de la Planta, confeccionamos una lista de canciones. 
Os vais a reír: "Sevilla tiene un color especial" (Los del Río), "Cantinero de Cuba", "Ni fu ni fa" (El Fary), "Déjate querer"  y "Por ella" (José Manuel Soto), "Viva España" y "El Porompompero" (Manolo  Escobar), etc.

Tras una hora y media con José, abandonamos su habitación no sin antes "ponerle deberes": que intentara recordar aquéllas canciones, sus letras, dónde las había escuchado... y que practicara con las palmas para acompañarme pronto el día en que me lleve la guitarra.


Felices nos encontramos las cuatro abajo, en recepción. Colgamos las batas y charlamos de cuanto nos había ocurrido. Nos despedimos sin percatarnos de que son muchas las sonrisas que provocamos, las manos que acariciamos, las personas a las que alegramos los que hacemos del voluntariado una forma de vida.

Dijo Gandhi: "Sé el cambio que quieres ver en el mundo". Seguid, compañeros voluntarios, sembrando solidaridad y esperanza, dando luz y ejemplo de humanidad. Estoy segura de que estamos cambiando el mundo...


Comentarios