Diario de Abordo

El pasado viernes, 21 de marzo, visité al grupo de voluntarios que acuden los viernes al Hospital Morales Meseguer (Murcia). A las 17:30 estaban esperándome, puntuales, en la recepción del hospital.

Foto de equipo:
De izquierda a derecha: Carmen (coordinadora), Enrique, Álvaro, Ana Llamas, Margarita, Celia y María

Antes de sacar el carrito de la biblioteca y dejarnos envolver en historias de antaño contadas por sus protagonistas, decidí celebrar una pequeña reunión en la cafetería para conocernos mejor y trazar "un plan estratégico" con el objetivo de ser más eficientes y poder exprimir la tarde al máximo.

Los chicos y chicas se mostraron dispuestos en todo momento a colaborar conmigo y contestaron a todas y cada una de mis preguntas, como cuánto tiempo hacía desde su incorporación a Fade como voluntarios. Algunos llevaban más de un año en la Fundación, como Álvaro, Enrique, Margarita y  Celia. Otros, como Carmen y María, demostraron que, pese a llevar menos tiempo, se habían convertido en auténticas "super voluntarias".

Últimamente me han preguntado, en varias ocasiones, qué facultades debe reunir un buen voluntario. Yo tengo mi propio decálogo hecho, pero quería comprobar si mis compañeros del grupo del viernes coincidían conmigo. Y no sólo coinciden sino que superaron, en sus respuestas, mis expectativas.

Carmen, coordinadora del grupo, me contestó: "Un buen voluntario debe practicar la escucha activa. No tiene que tener vergüenza, sino adaptarse a cada situación".

Margarita, la nueva incorporación al grupo junto a Celia, proclamó: "Debemos estar unidos, hacer piña. Sólo así podremos transmitir a los enfermos buena energía".

Celia exclamó: "¿Y cómo olvidar la empatía? Hay que ponerse en la piel del otro, partiendo de una actitud altruista y demostrando simpatía y buen humor".

Álvaro añadió que se debe ser paciente y una persona comprometida. 

María y Celia, a quienes les encanta sacar el carrito-biblioteca, me comentaron con entusiasmo algunas propuestas: poner una campanita al carro, permitir la donación de libros con letra grande para facilitar la lectura a nuestros queridos ancianos, incluir más novelas románticas ("El tiempo entre costuras", por ejemplo) o libros de temática religiosa sobre el Papa  Francisco, muy querido entre los más mayores. También piden, paradójicamente, libros infantiles: tienen la letra grande y les cuesta menos leerlos por su brevedad y las ilustraciones.

Dejé que Margarita (con más experiencia) marchara con Carmen, Álvaro y Enrique a realizar las visitas que Inma (trabajadora social del hospital) había propuesto y Celia, María y yo nos ocupamos de "hacer rodar" el carrito por la séptima planta.

Allí conocimos a Guillermo, un hombre que había sido Ingeniero técnico y que me hizo apuntar y prometer transmitir estos consejos para ser un joven "de provecho":
1. Ser íntegro. Cumplir con sus obligaciones y ser fiel a sus convicciones y creencias. No renunciar a sus valores.
2. Respetar a los demás y ser una persona sincera y cabal. El respeto siempre comienza con uno mismo y con la propia familia.
3. Ser honesto en el trabajo y responsable.
4. Cultivarse: leer, escuchar música, emocionarse con un poema... Sólo así se puede comprender la belleza del amor, de la amistad y de las pequeñas cosas.
5. Buscar un compañero o compañera de vida que comparta aficiones y gustos, así como estas virtudes y formar una familia.
6. Ser amigo de tus amigos y no ser enemigo de nadie.
7. Proclamar la honradez, ser prudente y escuchar más que hablar.
8. Estar contento: bailar, reír y disfrutar de la vida porque, como dice la canción, "sólo se vive una vez".

Sabios consejos que nos hicieron sonreír y debatir cómo somos los jóvenes ahora y cómo eran entonces. Me convertí en moderadora de un divertido debate que resultó enriquecedor para ambas partes.

Haciendo balance de la tarde, fue un placer visitar a este grupo de seis personas con un corazón de oro.

¡Muchas gracias! 

Comentarios