Diario de Abordo

¡Inauguramos sección del blog!. He querido titularla "Diario de Abordo" ya que en ella pretendo registrar y haceros partícipes de los acontecimientos más importantes y reseñables de las tardes que pase en el Hospital Morales Meseguer, donde, como sabéis, soy Coordinadora General de Voluntariado FADE.

Acompañada de Dani, llegué ayer al hospital a las 17: 30. Íbamos contentos, con ganas de conocer al "Equipo del miércoles". Los localizamos en la recepción del hospital, alegres y dicharacheros. Si no llego a saber a priori que eran voluntarios, los habría confundido con un grupo de amigos que se acaban de encontrar y se alegran de verse.

La acogida fue cálida, y desde el principio fui consciente de que trabajan bien juntos, de que son un gran equipo. María Eugenia, Coordinadora del grupo, tras agradecer nuestra presencia y ofrecerse en lo que pudiéramos necesitar, se puso manos a la obra: sacó una lista donde estaban anotados los nombres de aquéllos pacientes que se encuentran más necesitados de compañía. Para los que no seáis voluntarios os comento que esta lista es confeccionada  por Inmaculada Brando, trabajadora social del hospital con más de veinte años de experiencia, y que colabora con nuestra Fundación. Es pieza fundamental en la labor de los voluntarios y una persona a la que tengo el placer de conocer. ¡Desde aquí le mando un abrazo muy fuerte!

Pues bien, tras haber sido informados de las visitas a realizar, entramos en el cuartito que el hospital reserva a los voluntarios. Nos pusimos nuestras batas blancas y sacamos el carrito-biblioteca.

Como vino Dani, decidimos dividirnos: él se marchó con María Eugenia, Ángel, Juan Bautista y Miguel Ángel. Yo acompañé a los compañeros que se encargarían del carrito: Alba (la más pequeña del grupo), Ana María y Juan Antonio.

Me sorprendió lo bien que se entienden, aunque sean de generaciones tan distintas. Alba, pese a llevar como voluntaria seis semanas, se desenvuelve como pez en el agua. A pesar de su juventud, transmite una madurez y una bondad admirables. A Ana María, con sólo dos minutos que pases a su lado, le tomas cariño y la sientes como de tu familia. Y Juan Antonio, a quien ya conocía por haber formado parte de mi grupo del jueves, es un hombre entrañable que se enfrenta a cualquier situación, por dura que sea, y siempre consigue dejar una sonrisa dibujada en los pacientes que visita.

La tarde iba cayendo, pero nosotros no miramos en ningún momento el reloj. Nos sumergimos juntos en las realidades de los enfermos, en sus historias de antaño, en sus recuerdos y miserias. También compartieron con nosotros momentos felices, retales de su juventud contados con la emoción de quien, al narrarlos, los vive de nuevo. Retratos de personas, como tú y como yo, que igual que sienten dolor ante un pinchazo notan el cariño de quien se acerca, con la mejor de las intenciones, se sienta junto a su cama y le acaricia la mano y, muchas veces, el alma.

Simplemente, al sentarnos a su lado, se trata de "ver por dónde tiran" (palabras de Juan Antonio), es decir, dejar que el hilo de la conversación lo lleven ellos y tratar de que se desahoguen, de que cuenten lo que quieran sabiendo que quien les escucha es un amigo. 

Por su parte, Dani estuvo con María Eugenia, quien conoce perfectamente a su equipo. Tanto, que al entrar en una habitación, no sólo se encarga de presentarlos sino que selecciona, de acuerdo a las características del paciente, quiénes son los idóneos para acompañarle. Y siempre con una sonrisa, derrochando cariño y atenta a todo.

Miguel Ángel, Ángel, Juan Bautista y Dani fueron visitando a quienes les indicaba María Eugenia. Dani protagonizó una de las anécdotas de la tarde: María, de 92 años, lo confundió con un vecino suyo y todo el rato se refería a él como "Pepe".

El reloj marcó las 19:30. La alarma de mi móvil nos hizo darnos cuenta de que la jornada había terminado. Bajamos a recepción para reunirnos todos, dejar las batas y el carrito y ponernos los abrigos. De repente, el grupo de amigos que me había recibido al principio de la tarde volvió a reunirse, y en boca de unos y de otros se expusieron las historias más impactantes y emocionantes que la tarde les había regalado. Los ojos vidriosos de unos por las sonrisas cómplices de otros. En todos, el corazón rebosante de grandes y bellas historias, de retales de otros. Más ricos, más sabios, mejores.

Me despedí de ellos, emocionada y satisfecha. Orgullosa de haber sido parte del grupo durante esas horas. Se me olvidó hacer una foto. En el último momento, cuando algunos ya se habían marchado nos acordamos y sólo salimos en ella unos pocos...



De nuevo,¡¡ gracias a tod@s !! 

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