Cuando empecé a realizar la labor
de voluntario -por el año 2013/14, ya no recuerdo bien la fecha- sentía que
algo no funcionaba bien en nuestra sociedad. Estábamos en plena crisis
económica y aunque, afortunadamente, a mi entorno cercano la misma no llegó a
tocarle de muerte, veía como a muchas familias las estaba matando. No olvido
como padres y madres llegaron a suicidarse por no poder pagar sus hipotecas al
quedarse sin trabajo y sin posibilidad de acceder a otro. Todos nos quejábamos de
la crisis, pero nadie hacía nada productivo. Me hastiaba no poder solucionar
nada. Pensaba por aquel entonces que todo estaba en manos de otros, aquellos
con poder y dinero suficiente para conseguir cambiar las cosas. Con este
panorama, aunque ya participaba económicamente con alguna pequeña contribución
mensual, empecé a pensar ¿Y por qué no podemos cambiar desde abajo las cosas?; si
no puedes solucionar los problemas de todo el mundo quizás si puedas ayudar a
una o dos personas; y por qué no a 10; y esos 10 a su vez ayudar a otros 100
más…
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Uno de los momentos del taller en el CEIP San Andrés |
Empecé a ver voluntariados
diferentes y apareció en mis búsquedas Fundación FADE y su servicio educativo ¿Qué
mejor forma de poder cambiar las cosas sí lograba hacer que al menos una o dos
personas lograran encontrar su lugar en la sociedad?
Y así empecé mi labor de
voluntariado en el colegio público de San Andrés, en el taller de refuerzo
escolar a niños/as de Primaria. Al principio hacía mi labor desde el anonimato,
sin decírselo a mis amigos o compañeros de trabajo, quizás por aquello de qué
dirán. Cuando ya lo conté algunos compañeros de trabajo me llegaron a decir que
lo hacía por expiar los pecados; y también descubrí que otros ayudaban de una u
otra forma (por ejemplo, uno de ellos le había prestado dinero a un inmigrante
para que se pudiera sacar el permiso de conducir, que le era imprescindible
para encontrar trabajo y poder renovar su situación en el país) e incluso, a
raíz de hacer pública mi labor, otros compañeros se decidieron a colaborar.
Recuerdo con cierta ternura como
niños que, por edad, ya han dejado el taller se han acercado en ocasiones y han
traído caramelos y golosinas para compartir con los demás, mientras que han
manifestado su deseo de ser voluntarios cuando tengan edad suficiente.
A veces otros nos han preguntado
si nos pagan y no comprenden que estemos haciendo esto sin cobrar nada. A una
de ellas le respondí que si sus padres me pagarían y se quedó un poco pillada.
Le pregunté si sus padres cobraban por cuidarla y querer que hiciera sus
deberes e igualmente se quedó pillada y entonces le razoné que quizá es que sus
padres la querían mucho y que quizá es que nosotros también la queríamos mucho
y que por eso queríamos que ella aprendiera y por eso hacíamos los deberes del
colegio con ella.
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Isidro recogiendo su diploma como 'Voluntario Premium' de manos de la concejal de Derechos Sociales del Ayto. de Murcia, Conchita Ruiz |
Durante este tiempo en FADE he
compartido alegrías y dolores de cabeza, pero nunca tristezas. Haciendo un
balance de lo que me ha aportado esta labor podría resumirse en equilibrio. Y
sí, ahora lo digo en alto y con orgullo: yo soy voluntario.
Isidro Rabadán
Voluntario en el taller de refuerzo educativo en el CEIP San Andrés
Voluntario en el taller de refuerzo educativo en el CEIP San Andrés
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