Soy voluntaria de la Fundación FADE en el Hospital Santa Lucía desde
hace un año y medio, aproximadamente. Junto a mi equipo de los jueves y a mi
compañera y amiga inseparable trabajamos y jugamos con los niños en el hospital, bien en la ludoteca o a pie de cama.
Por
mi experiencia os podría decir que cuando se abre el ascensor de la planta
entro en un “mar de ilusiones”, como ellos lo llaman, donde pasamos dos horas en
las que navegamos entre risas, juegos y
ayuda -en forma de descanso- a los familiares, que al final son los que mas sufren de ver a sus
hijos. No os podéis imaginar lo que se siente y se aprende cuando se trabaja
con niños: te vuelves unos de
ellos. Soy de las que cree que las personas nunca debemos perder ese
“niño” que llevamos dentro y es ese niños el que hace que en momentos difíciles como los que se
viven en el hospital sepamos luchar y vencer muchas enfermedades.
Cuando se
está en los hospitales y se trabaja con enfermos el valor humano es casi mas importante que la medicina. El equipo de
Enfermería que trabaja en esa planta es genial: sacaron un equipo de música, cantaban al entrar a las habitaciones, lloramos, reímos, repartimos peluches a
todo el mundo, incluso a los que ya no creían o no querían creer en los Reyes
Magos. A pesar de ser duro me gustaría que hubieseis visto como abrazaban esos
muñecos y agradecían esos momentos.
Lo
que más me impresionó fue una madre que estaba hospitalizada y su hija, una
niña pequeña que entraba y salía de la habitación en busca de peluches que intercambiaba con ella y entre
risas y caricias compartían ilusiones y olvidaban donde estaban.
Así que deciros que “la mejor medicina
puede ser uno mismo”.
Voluntaria con menores hospitalizados en Santa Lucía
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