Soy maestra de Primaria
desde hace 8 años, aunque siempre he creído que nací con esta vocación, y puedo
asegurar que en todo este tiempo no he sabido lo que en realidad se sentía
siendo una profesional en este campo hasta que entré a formar parte de la Fundación
FADE y trabajar, como voluntaria, en la ludoteca del Hospital Santa Lucía.
No os podéis hacer idea de
lo que se siente cuando se sale de esa sala después de dos horas con los niños.
Algunos pensaréis que es satisfacción (puede ser en ciertos momentos), pero
para mí es aprendizaje 100x100. Los niños son mágicos, son capaces de normalizar
la situación más complicada e, incluso, desmoronar cualquier teoría. Y eso fue
exactamente lo que a mí me sucedió.
Ser voluntario cambió mi
forma de dar clase, de enseñar a mis alumnos, de motivarles, de explicarles
cosas complicadas que suceden en la vida y que nunca era capaz de tratar con
ellos. Pero lo más importante es que me abrió los ojos y me desveló lo que
realmente significa trabajar con niños, ya sea en la escuela o en cualquier
otro ámbito.
Los jueves son siempre un desvelo
para mí -y, por supuesto, para mi gran compañera de batallas- para intentar
buscar actividades que motiven a los niños y que les hagan olvidar donde están.
Y puedo asegurar que esos desvelos merecen totalmente la pena cuando veo las
caras sonrientes de los niños al marcharse o al ver que se lo están pasando tan
bien que no quieren irse.
La gente puede pensar que es
duro ser voluntaria con niños hospitalizados, pero os puedo asegurar que todos
esos miedos se van cuando abres la puerta de cada habitación y ves salir a los
niños con esas caritas de felicidad hacia la ludoteca. Para mí esa sala es como
la habitación mágica. Es entrar allí y los niños cambian por completo.
Junto al trabajo y trato con
niños, también está el de los compañeros de equipo. Mis dos compis de batallas
son increíbles y sin ellos esta experiencia no sería la misma.
Para finalizar, solo puedo
decir que estoy muy agradecida de formar parte de este proyecto y que lo
recomiendo, pero siempre sabiendo el compromiso que supone ser voluntario.
Me despido con dos frases que marcaron mi paso en el hospital, la primera fue de un niño y la segunda de la madre:
“No tenía ni idea que el hospital era tan divertido”
“Mi hijo no tenía ganas de jugar y gracias a vosotros lo está haciendo. Gracias por vuestra labor”
Coordinadora del Proyecto SECUNDA Junior. Hospital Santa Lucía
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