"En el voluntariado regalas tu tiempo y, a cambio, recibes vida". Experiencia de Teresa Sancho en el voluntariado con niños hospitalizados
Cuando decides ser voluntario nunca imaginas cuanto puede cambiar
tu vida con una decisión que, en un primer momento, no parece más relevante que
cualquier otra que puedas adoptar. En mi caso, esa decisión llegó a los 18 años
y en esa búsqueda del voluntariado perfecto encontré un anuncio: 2 horas a la
semana, menores hospitalizados, Fundación FADE… y así empezó todo. Han pasado 4
años, casi 5 desde entonces, y aquí sigo, cada semana en el
Hospital Universitario Virgen de la Arrixaca.
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Voluntarios del grupo lunes con algunos de los menores hospitalizados |
Cuando lo comentas con amigos o familiares las preguntas son
siempre las mismas: ¿Niños en el hospital? ¿Te ves preparada? ¿No será muy
duro? ¿Todas las semanas? Y el primer día tú también dudas, no sabes adónde
vas exactamente o qué te vas a encontrar. Al llegar allí lo primero que
ves en la planta 4ª es un pasillo lleno de murales que han hecho los niños, un
armario lleno de colores, cartulinas, goma eva, plastilina, purpurina… y un
aula que los niños llaman “cole” y que, si todo va bien, se convertirá en tu
lugar favorito de la semana; porque si todo va bien y has sabido elegir el voluntariado te aportará una felicidad que pocas cosas en la vida te podrán
aportar.
Ser voluntario implica muchas cosas. El altruismo y el compromiso
quizá sean las notas más características, pero la realidad es que al final eso
de que no obtienes nada a cambio ¡es una enorme mentira! En mi caso concreto
son muchas las alegrías que me dan esas dos horas semanales. No te darán
dinero, no te darán reconocimiento público, te darán otras cosas que valen
mucho más que todo eso, y que solo se conocen una vez empiezas como voluntario.
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Teresa en un momento de la actividad |
Nunca he encontrado dos niños iguales y nunca una misma manualidad
ha salido igual. Esas dudas del primer día se repiten cada día y eso hace que
cada día sea único.
He conocido niños que, tras pasar varias semanas hospitalizados
juntos, han vivido relaciones que bien podrían parecerse a los amores de
verano. Niños que, con 5 años, son capaces de dar lecciones de vida que no
podrías imaginar; o niñas que, rompiendo los cánones de la sociedad, prefieren
el fútbol a las muñecas o el baloncesto al baile; y otras que, enamoradas de la
música, cantan mejor que cualquier artista. Peppa Pig, Frozen o la Patrulla Canina
aparecen cada semana y conversaciones como: “-Yo soy del Barça -Pues el Madrid
es mejor -¡Mentira! ¡El mejor es el Atleti!” se repiten en más de una ocasión y
lo mejor es no tomar partido, porque desmontarán tus argumentos de la manera
que menos sospechas.
Podría hablar y hablar y no acabar en horas, pero iré poniendo fin,
y lo haré hablando de esos voluntarios que cada semana me acompañan en el
hospital, que llegan con esas dudas que todos vivimos, que traen alegría y que
nunca fallan, que eligen bien su voluntariado y mantienen la constancia, se
comprometen y hacen que estos proyectos puedan salir adelante.
El voluntariado es ese motor que podría cambiar el mundo, con el
que regalas tu tiempo y, a cambio, recibes vida en el más puro sentido de la
palabra.
Teresa Sancho, coordinadora grupo lunes Arrixaca
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