Buenas noches a todos,
Como voluntaria de la Fundación
FADE les doy las gracias en nombre de mis compañeros y en el mío propio por
acompañarnos en esta noche tan especial. Cumplimos diez años, y la celebración
de este aniversario no es sino la renovación pública del pilar que sostiene la
Fundación desde su creación: el firme compromiso de ayudar a vivir mejor a aquellos
sectores de la sociedad que están atravesando dificultades.
Gracias a la sensibilidad,
valentía y esfuerzo del grupo de trabajo de Fade, se han conseguido muchos
objetivos. Uno de ellos, sensibilizar a la ciudadanía a través de la
concienciación de que todos y cada uno de nosotros podemos dar una oportunidad
a quienes la vida o las circunstancias se la niegan.
A veces creemos, como dijo la
Madre Teresa de Calcuta, que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar,
pero el mar sería menos si le faltara esa gota. Pues bien, gota a gota, años
tras año, FADE ha conseguido ser, desde 2004, un referente en la Región en
materia de voluntariado. Más de 1000 voluntarios han colaborado con nosotros y gracias
a su esfuerzo se ha ayudado a más de 9200 personas.
Como Coordinadora General del
Voluntariado con mayores en el Hospital Morales Meseguer de Murcia, y dado que
esta velada la dedicamos a este colectivo, les quiero transmitir lo orgullosa que me
siento de formar parte del equipo de personas que deciden, altruistamente, emplear
parte de su tiempo en el acompañamiento y atención de mayores que además de
hospitalizados están solos.
De mis compañeros valoro su
entrega, su entusiasmo, su compromiso, la fortaleza que muestran ante
situaciones difíciles, su capacidad de hacer sonreír a quien había dejado de
encontrarle sentido a la vida, quien había perdido la esperanza por curarse o
por encontrar a un amigo entre las cuatro paredes de la habitación de un
hospital.
Aplaudo su sensibilidad, la
fascinación que muestran al escuchar y prestar su hombro, la delicadeza con la
que tratan a los pacientes, su profesionalidad y ese brillo en los ojos cuando
narran alguna de sus cientos de anécdotas.
Consiguen, a través de una
simple conversación con un anciano, buscar el reverso de esa persona, recuperar
la memoria de un hombre, de una mujer que se siente olvidada. Desenterrar su
historia, el sol de la infancia, los paseos de juventud, el recuerdo de sus
padres, la ilusión de estrenar una casa, un coche, o una vida en otro país. Los
voluntarios desempolvan viejas fotografías, tesoros guardados en una caja de
lata, poniendo todo su entusiasmo en recuperar capítulos de un libro oscurecido
por la sombra del tiempo pasado.
El dolor se queda en nada
cuando suenan las canciones de los días felices, cuando se deja volver a
quienes, hace más o menos tiempo, nos hicieron sentir especiales, importantes. Aunque
ya no estén a nuestro lado, y sí en nuestro recuerdo.
Cada cama del hospital es una
vida fascinante que merece ser escuchada y comprendida, todo bajo el acuerdo
tácito de no entrar en honduras, de cuidar que ante todo, los pacientes se
sientan cómodos y tracen ellos las líneas de la charla. Para no rasgar el alma,
sino para que se sientan libres y se olviden por un rato de que están
hospitalizados, para que perciban que son importantes y valiosos a pesar de
que, muchas veces, no se sienten queridos por sus propios hijos o nietos. A
pesar de haber sufrido calamidades, miseria, hambre y frío en una época difícil
en la historia de nuestro país. A pesar de que, gracias a su esfuerzo, ahora
vivimos mejor.
Nuestra labor atraviesa
cualquier lazo de parentesco o las diferencias de su generación con la nuestra.
Cuando les miramos a los ojos sólo somos dos personas que se han encontrado en
un momento determinado de sus vidas. El enfermo ve a un amigo en el voluntario
y el voluntario no ve a un enfermo, sino a una persona que sufre. El
sufrimiento tiene cara, nombre y apellidos y, como personas comprometidas con
nuestro entorno más cercano, estamos dispuestas a poner un poco de sol donde el
invierno lleva demasiado tiempo estacionado.
Un
gran Santo dijo en su lecho de muerte: "Hermanos, comencemos, ya que hasta
ahora poco o nada hemos hecho...". Lo dijo San Francisco, y si él dijo no
haber hecho nada, ¿que hemos hecho nosotros? Empecemos a movilizarnos para
cambiar el mundo. Comencemos por quienes sufren y tenemos a nuestro lado.
Muchas
gracias.
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