Carta de una voluntaria
Mi nombre es Josefa Martinez, nací en Blanca un
pueblito muy lindo de Murcia, tengo 67 años y soy voluntaria hace treinta y
tres años. Mi interés por escribir estas líneas es para motivar a todas las
personas para que se animen a ser parte de la gran familia del voluntariado, ya
que no hay mejor satisfacción que
saber que lo poco o mucho que enseñas sirve a otra persona para su desarrollo
personal o profesional.
Mi madre
participaba en el coro de la iglesia y mi padre era solete, ellos me enseñaron a sentirme parte de la
comunidad y sobre todo a preocuparme por los que más necesitan. De esa manera empecé a dar clases
de catequesis, actividad que sigo
realizando y que me ha dado grandes satisfacciones porque los niños también te
enseñan.
Con las monjitas de la caridad realicé trabajos de
bordado de las casullas de los padres y toda la mantelería de las iglesias. Para
las fiestas patronales hacíamos juegos de cama y trajes regionales que se
rifaban para ayudar a los gastos del comedor de la parroquia.
En Archena se intentó crear algo parecido a Jesús
Abandonado, pero no se contaba con los recursos económicos suficientes. Fue
entonces cuando me di cuenta que no todas las cosas salen adelante con dinero,
así que me ofrecí para cocinar, no pimportaba dónde me mandaran, lo que
importaba era darme a los demás. El padre José me contactó con la Fundación
FADE que trabaja con la comunidad inmigrante y compartí por más de tres años con más de doscientas mujeres
al impartirles talleres de cocina
murciana.
Me hice parte de ellas, me contaban sus problemas, sus
primeras impresiones en España y yo las entendía y escuchaba porque al
principio ellas extrañaban mucho su tierra pero la mejor manera de integrarse
en la sociedad de acogida es la cocina y así lo hacían. A la vez que aprendían
a realizar platos típicos para cocinar en el servicio doméstico, también
conocían nuevos sabores estableciendo una relación fluida entre ambos
colectivos.
Ahora me doy por bien reconocida si lo que yo enseñé
en los talleres de cocina les sirvió a esas mujeres valientes y luchadoras en
su trabajo, y yo sé que así fue.
A todas esas personas que tienen algo que enseñar, que
lo hagan y se pongan a disposición y vean las necesidades que tienen los otros;
aunque tengamos problemas la vida es mas llevadera cuando uno comparte con los
demás.
Con cariño,
Pepita
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